viernes, 28 de febrero de 2014

Cuéntame un cuento

Los cuentos, igual que la vida real, tienen parte de verdad y parte de fantasía. Y los cuentos… igual que la realidad, se interpretan de distintas maneras y dan sentido a las percepciones sobre nuestra realidad.

Érase que se era… dos hadas. Salvadora y Cuidadora. Siempre se intentaban reunir una vez al mes para explicarse qué cosas habían hecho por los demás con sus poderes y con su magia.

Salvadora, que buscaba soluciones fáciles y rápidas, explicaba a Cuidadora:

-       - He ayudado a una chica a aprobar unos exámenes. ¡Estoy muy satisfecha de mí misma!

-       -  ¡Anda! ¿Y cómo lo has conseguido?

-      - Pues saqué la varita mágica y le di tres golpecitos diciendo: “Abra cadabra, pata de cabra, sin estudiar este examen aprobarás” ¡y aprobó! Y tú, ¿a quién has ayudado?


Cuidadora, que utilizaba otro tipo de métodos más costosos y más lentos, pero que parecían más efectivos, contestó:

-        - Pues yo he ayudado a un chico a encontrar trabajo

-        - ¿Y qué hechizo le echaste?

-      -  Ui, que va, no saqué mi varita para nada, no me hizo falta. Le enseñé cómo hacer un buen currículum y técnicas para superar la vergüenza durante la entrevista

-        - ¿Y consiguió el trabajo?

-      - ¡Por supuesto! La solución no fue instantánea, claro, requirió esfuerzo y constancia, pero lo acabó consiguiendo. Ahora valora mucho más su trabajo y se siente orgulloso. ¿Y tu chica cómo va? ¿Ha seguido aprobando exámenes?

-        - La verdad es que… cada vez que tiene un examen me llama para que se lo solucione

-      - Y entonces, Salvadora, ¿de qué le sirve tu ayuda a largo plazo? ¿o es que realmente no la estás ayudando?


La parte de verdad en el cuento:

Podemos ver que el hada Salvadora, además de escoger la solución fácil para la chica a la que intenta ayudar, se atribuye los méritos a ella misma. En la vida real, esto se puede interpretar de la misma forma. A veces, creemos ayudar a nuestros seres queridos responsabilizándonos de sus problemas y dándoles así la solución directamente. ¿Tenemos miedo a que cometan sus propios errores? ¿O quizá tenemos la necesidad de ayudar para sentirnos bien con nosotros mismos? Sea como fuere, el mensaje que se le envía a nivel inconsciente a la persona que pretendemos ayudar es el siguiente: “No eres válido y no sabrías solucionarlo por ti mismo, ya te lo hago yo, que yo si soy capaz”.

En cambio, el hada Cuidadora hace todo lo contrario, motiva al chico y le da herramientas para que pueda valerse por sí mismo, pudiendo así aprender, madurar y crecer. No invalidarle y reforzarle la idea de “no soy capaz”. Eso es ayudar.

Deberíamos ser más conscientes y reflexionar antes de actuar cuando nos piden ayuda. Porque a veces actuamos por inercia, porque siempre lo hemos hecho así y no nos preguntamos si lo hacemos bien o si lo hacemos mal. Preguntémonos por qué hacemos las cosas. ¡Ayudémonos!

La parte de mentira/fantasía:
Las hadas no existen. Lo siento.



                                              

miércoles, 19 de febrero de 2014

Admirando


Considero que la palabra ADMIRACIÓN es uno de los sentimientos más bonitos que tenemos y de los menos reconocidos. Más bien porque solemos confundirlo (o transformarlo) en otro sentimiento menos sano: ENVIDIA. 

Pero es que somos así... tendemos a compararnos (y a competir como ya dije en otro post) en absolutamente todo, olvidándonos del esfuerzo que ha hecho la otra persona para llegar a donde está, para conseguir sus objetivos. Solo pensamos "Que envidia, ¿por qué no puedo estar yo ahí? seguro que ha tenido suerte". Y luego ya, si a caso, nos alegramos por ellos. Pensamos directamente en nosotros, para variar. 

Aprovechando, quiero decir que yo admiro a varias personas en mi vida por diferentes motivos. Pero si los junto todos en un mismo saco, las admiro por su fuerza de voluntad, por su valentía, por sus ganas de crecer y su forma de reinterpretar la vida. Da igual los obstáculos que encuentren, porque siempre los van a superar, y no digo esquivarlos... aceptarlos e interpretarlos de una manera positiva, para que no vuelvan a molestar. Incorporándolos para ser más fuertes. Son personas que lo han pasado muy mal en la vida, pero que aquí están, resilientes y capaces de todo... y más. Son estas personas las que llegan lejos de verdad, las que se enfrentan día a día a la vida, aunque ésta sea dura con ellas. Las que a veces dudan en si levantarse o no, si merece la pena o no, pero que se visten con una sonrisa y salen fuera, a superarse. Tengo mucha suerte de estar rodeada de estas personas, porque sin ellas no podría seguir aprendiendo, seguir creciendo. Para mí, son ejemplos a seguir y nunca me alejaré de ellas, y espero que ellas tampoco de mí.

Creo que este es un buen ejemplo de admiración. No te dejes llevar por la envidia... la envidia hace que te estanques, que no sigas creciendo. Teniendo envidia asumes que eres inferior a los demás y no es así. Aprende a ver lo bueno que tienen las personas, que es muchísimo. Admírales y luego aprende.

¿Por qué no hacemos la prueba? Dediquemos este post a alguien que admiremos. Publícalo en su muro o envíale simplemente el enlace. Viene bien que te lo digan de vez en cuando.